Por: Daniela Aguila Travieso
En el contacto diario, a veces a distancia, otras veces incluso por medio de las comunicaciones remotas un grupo de amigos todos contemporáneos en sus estudios de artes plásticas en la Academia de
San Alejandro coincidimos en abordar la temática del paisaje como argumento recurrente de nuestra actividad creativa, no se trataba en ningún caso de un ejercicio dado para una muestra publica, pero acá estamos. El entusiasmo, el rigor en el deseo al ejercicio y la
motivación que nos acercó, propicio realizar un trabajo donde el PAISAJE, muchas veces considerado a menos por el mercado, por académicos e incluso artistas, era esta vez la prima esencia de nuestra expresión.
Existe un legado en Cuba de pintura paisajista, marcado por creadores con Valentin Sanz Carta, Esteban Chartrand y Dubois ,Leopoldo Romañach
Guillen y muchísimos más, contemporáneos bastaría citar la obra de nuestro Tomas Sanchez, Ernesto Estévez, Fidel Mico entre otros, sirva
esta modesta muestra para dar relevancia a estos creadores fuente de inspiración de muchos jóvenes que trabajamos de una u otra forma el paisaje con las técnicas más variadas a partir de la síntesis en la
pincelada o el trabajo más exquisito de la mancha, el paisaje más sobrio , o la instalación como recurso.
Observar la naturaleza en su sentido más amplio incluido por supuesto el paisaje urbano y todo cuanto nos rodea alimenta la subjetividad del individuo esta fue una de las aristas que muchos de los participantes
alimentamos en las obras. Uno de los objetivo también previstos fue el de fomentar el dialogo entre el medio y el individuo. Muchos tomamos nuestra representación paisajista del NATURAL recurso hoy menos utilizado pero al cual le consideramos la relevancia que por supuesto tiene, la naturaleza siempre será la más dócil de los modelos, ni pide ni reclama y en su entrega nada se interpone, de ella tomamos su grandeza, su silencio para meditar, su presencia imposible de dominar.
Es a través entonces de nuestros trabajos que hemos tratado de dejar constancia de nuestro interés por el medio y como este influye en la colectividad, en la sociedad tan ajena a veces a la simplicidad y grandeza de una flor o una rama, o en el individuo en su soledad, en sus reflexiones de vida, en su actitud.
Una obra intenta y solo a veces logra satisfacer total o en parte a un creador si se ajusta a tu necesidad interior y a tu experiencia de vida, todo lo así creado puede considerarse más allá de las valoraciones estéticas, formales o especializadas como puras y loables.
